Una iglesia bendecida llamada a ser bendicion

Nahúm 3: 16-17

Tus comerciantes se han multiplicado hasta llegar a ser más numerosos que las estrellas. Pero son como una nube de langostas que despojan la tierra y alzan el vuelo. Tus guardias y tus oficiales también son como una nube de langostas que se amontona sobre los cercos en un día frío. Pero al igual que las langostas que vuelan cuando sale el sol, todos levantarán el vuelo y desaparecerán. Dios odia la mentira y pone en vergüenza al mentiroso.

Dios nos ha dado dones y talentos, para adorarle, exaltarle y hablar su palabra; pero no debemos aprovechar todo esto para engañar, ni mentir y mucho menos para beneficio propio. Él quiere que estemos bien, y a medida que desarrollamos nuestros talentos, podemos ir generando riquezas y sabiduría. Pero ¿Cómo utilizamos ambas cosas? Acaso le doy gloria a Dios; o soy altivo, soberbio y mentiroso.

Dios nos ayuda a desarrollar estos talentos, pero muchas veces no reconocemos su gloria o mejor dicho le robamos su gloria; y engañamos a los demás, nos apartamos del verdadero propósito; y ojo, a Dios no le gusta eso y lo odia; y así creamos que, el poder y el dinero lo puede todo, no te dejes engañar, sin Dios nos valemos un centavo, porque cuando Dios desata su furia, así como logró que tuviéramos mucho, en un chasquear de dedos no tendrás nada.

No te dejes impresionar por lo que dice la gente, por lo que dice el mundo; porque ellos podrán ponerte en un “pedestal” y eso talvez dañe tu corazón, déjate solo guiar por Dios, pues él es el verdadero dador de galardones.